No se puede parar un país y salir al quinto día a decir ‘no se preocupen, que todo sigue igual’

El mapa político cambiará mañana con la irrupción definitiva del soberanismo de izquierdas como alternativa real

Entre Portugal y España no hay una frontera, es un abismo

La amenaza es absoluta y la sociedad no es del todo consciente: Rob Bauer, del comité militar de la OTAN.

La cinta Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, se basó en el libro El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

El PP centró la campaña de las recientes elecciones gallegas en cargar contra el gobierno de Pedro Sánchez.

De fondo se constata una realidad marmórea: cualquier cosa, menos tocar el libre mercado.

Da miedo pensar en lo que uno puede llegar a normalizar empujado por la rutina y el indiferente avance de las hojas del calendario.

Los tribunales internacionales no son un ente etéreo ni virginal capaz de impartir justicia con los ojos cerrados.

Iruñea, en lengua vasca, es la capital de Navarra, una de las dos comunidades autónomas al sur de los Pirineos.

Las decisiones se toman por consenso, lo cual suena bien, pero da poder de veto a cualquier país

Es prácticamente irrebatible y se entiende fácilmente: nacer palestino te condena a ser ciudadano de segunda clase.

Una derecha serena sería capaz de ver en la vuelta de Puidgemont una pequeña opción de apoyarse.

Una legislatura estable podría suponer que el PP alcance la Moncloa sin mayor apoyo que el de la derecha.

Las muertes palestinas no importan, igual que en su día, siempre en términos generales, tampoco lo hicieron las judías.

En una nueva vuelta de tuerca, los jefes de Estado y de gobierno de la UE han aprobado impulsar un nuevo reglamento para hacer frente a las llegadas de esas personas.

En 40 años no ha sido posible hablar en las instituciones de Estado en idioma alguno que no sea el castellano.

Nada está cerrado, y lo que digan las encuestas los próximos meses modulará la disposición negociadora.

Los titulares apocalípticos que se han adueñado de muchas primeras planas durante los últimos año no ayudan a seducir lectores.

El gallinero sigue tremendamente alborotado en Madrid. Esto no es Perú, pero aquí todo el mundo tiene el golpe de Estado en la boca. Hablar es fácil.

Madrid condensa estos días todo lo que es la OTAN: un temor que se rearma a costa de inflar presupuestos para combatir problemas que, en gran medida, ella misma crea.